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Imagem: ‘Криниця для спраглих’, Yuri Ilyenko

Ana Hidalgo. Hallar una hendidura. Point de lunettes, 2011.

Porque no sabíamos ser préstamo

Porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, comerciábamos, de materia a materia, de alimento a alimento, sin préstamo, sólo aparentes, instrumentos, cedidos, sólo la única forma de ser buenos, sólo la única forma de referirse físicamente a la bondad, porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, en la premura de lo tomado y la piedad del vendedor, donde yo sostenía el objeto, donde yo lo consentía, lo alzaba, donde yo era la intrusa, el olvido, y sólo la propiedad y el precio, lo atenuado, la bondad. Comerciábamos con objetos, nos sentíamos próximos a la madera y comerciábamos con madera, también estábamos vinculados a los alimentos y comerciábamos con ellos, cedidos y materiales, aparentes, propicios, porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, en la caducidad del alimento y el envés de la madera, sólo aceptábamos el comercio de objeto a objeto, de premura a premura, donde la bondad y lo hostil, donde lo insustituible, en la resolución de la mitad y el arrepentimiento de la mitad, sólo aceptaba que el comercio fuera un intercambio de materia, un intercambio de impureza, desigualdad, apariencia. Si hallábamos peces comerciábamos con peces, próximos a un pez, vinculados al alimento, sólo aparentes, cedidos, olvidados, sólo la única forma de ser buenos, la única forma de referirse físicamente a la bondad, en la brevedad del arrepentimiento y la compensación de lo inmediato, en el desconocimiento de una desigualdad inesperada, donde los peces iguales y muertos tuvieran la impureza de nuestros dedos en sus cuerpos, ya que no sabíamos ser préstamos ni duraderos, las manos alzadas de alimentos a alimento, de premura a premura, sólo caducos, efectuados, bondadosos, comerciábamos y anulábamos.


Porque não sabíamos ser empréstimo

Porque não sabíamos ser empréstimo nem sabíamos durar, comercializávamos, de matéria a matéria, de alimento a alimento, sem empréstimo, só aparentes, instrumentos, cedidos, só a única forma de ser bons, só a única forma de se referir fisicamente à bondade, porque não sabíamos ser empréstimo nem sabíamos durar, na prontidão do tomado e a piedade do vendedor, onde eu segurava o objeto, onde eu o consentia, o levantava, onde eu era a intrusa, o esquecimento, e só a propriedade e o preço, o atenuado, a bondade. Comercializávamos com objetos, sentíamo-nos próximos à madeira e comercializávamos com madeira, também estávamos vinculados aos alimentos e comercializávamos com eles, cedidos e materiais, aparentes, propícios, porque não sabíamos ser empréstimo nem sabíamos durar, na validade do alimento e o invés da madeira, só aceitávamos o comércio de objeto a objeto, de prontidão a prontidão, onde a bondade e o hostil, onde o insubstituível, na resolução da metade e o arrependimento da metade, só aceitava que o comércio fosse uma troca de matéria, uma troca de impureza, desigualdade, aparência. Se encontrávamos peixes comercializávamos com peixes, próximos a um peixe, vinculados ao alimento, só aparentes, cedidos, esquecidos, só a única forma de ser bons, a única forma de referir-se fisicamente à bondade, na brevidade do arrependimento e a compensação do imediato, no desconhecimento duma desigualdade inesperada, onde os peixes iguais e mortos tiveram a impureza dos nossos dedos nos seus corpos, já que não sabíamos ser empréstimos nem duradouros, as mãos erguidas de alimento a alimento, de prontidão a prontidão, só caducos, efetuados, bondosos, comercializávamos e anulávamos.